Natalicio de José María España |
Nació en La Guaira en 1761,
fue el tercer hijo del sargento José de España y Sáenz, y Anastasia Rodríguez
del Villar; al poco tiempo la familia se traslada a Bayona, (Francia), donde
transcurre su infancia. De adolescente lee sobre temas de filosofía y de
política, en inglés y francés, es en este período que regresa a La Guaira para
incorporarse a la milicia.
Militar e independentista, hombre
de una amplia cultura, fue nombrado en 1793 Teniente Justicia Mayor de Macuto,
cargo que le permitió dejar en libertad a Manuel Cortés, Juan Bautista
Picornell y los hermanos Lax, españoles que habían sido enviados presos desde España
a las bóvedas de La Guaira por sus ideas revolucionarias. José María España y
otro coterráneo suyo, Manuel Gual, conspiraron con los citados reos para
organizar un movimiento revolucionario, conocido posteriormente en la Historia
como la "Conspiración de Gual y España".
Esa simpatía, reforzada por
la presencia de prisioneros franceses en las costas de La Guaira, conduce tanto
a José María España como a Manuel Gual a idear planes para implantar la
república, no sólo en Venezuela sino en toda América. La idea cobra al poco
tiempo carácter de proyecto, suma fuerzas entre amigos y conocidos, y deviene
así en franca conspiración. Sus objetivos serían: la destitución del poder
español, libertad de comercio y producción, creación de una República con la
unión de las provincias de tierra firme de Caracas, Maracaibo, Cumaná y
Guayana, declaración de los derechos de libertad, propiedad y seguridad e
igualdad entre las clases sociales.
Pero al ejemplo de Francia
se suma todavía un estímulo mayor cuando, durante la segunda mitad de 1796 y
abril de 1797, llegó a La Guaira, un grupo de prisioneros políticos españoles,
autores de la célebre conspiración de "Los Cerrillos de San Blas",
dirigida por Juan Bautista Picornell y Gomilla, con él, llegaron cargados de grillos,
José Lax, Manuel Cortés Campomanes, Bernardo Garaza, Juan Manzanares, Juan Pons
Izquerdo, Joaquin Villalba y Sabastian Andrés, todos masones y enemigos
declarados de la monarquía española. Estos masones eran miembros activos de las
logias regulares "Libertad" y "España", que trabajaban en
el Templo Masónico de la Calle Basteros en Madrid.
Influidos por las ideas de
la Revolución Francesa, secretamente organizaron en Madrid una vasta
conspiración para establecer la República. Cuando culminaban los preparativos de
la Revolución fueron descubiertos y por orden del Rey fueron encarcelados y
embarcados rumbo a la prisión de Cartagena de Indias. Temporalmente
desembarcaron en La Guaira, quedando encerrados en el Castillo de San Carlos.
Desde sus lóbregas
mazmorras, estos Masones españoles hicieron contacto con José María España y
sus amigos, quienes por los contactos que poseían estaban enterados de la
identidad de los prisioneros. Valiéndose de sus amistades y hasta del soborno,
José María España logró hablar con ellos varias veces. Finalmente unas monedas
de oro, le permitieron estar unas horas en la cárcel con sus amigos
prisioneros, donde fueron iniciados formalmente en la masonería, por los ocho
Maestros Masones Españoles.
Días después con ayuda de
José María y los otros masones iniciados, los españoles que estaban en la
cárcel lograron fugar a la Isla Francesa de Guadalupe. Allí imprimieron una
traducción al castellano de "Los Derechos del Hombre y del
Ciudadano". Editaron asimismo "La Canción Americana" y
"Carmañola Americana", de gran difusión en el Continente.
Placa conmemorativa en el
sitio donde torturan y dan muerte a José María España, en la Plaza Bolívar del
Centro de Caracas.
Descubren la conspiración el
12 de julio de 1797 y mandan e apresar a España, quien huye desde su casa, en
Macuto y junto con Gual, se va para Curazao. El complot fue descubierto por el
Capitán Domingo Antonio Lander y el sacerdote Juan Vicente Echeverría, llevada al
Capitán General, al Arzobispo y a la Real Audiencia. De Curazao llegan a
Trinidad, donde España tiempo después decide regresar a Venezuela para retomar
la lucha.
Clandestinamente logra
embarcarse hacia Barcelona, y de igual modo llega a La Guaira en los primeros
días del año 1799. Se aloja en la casa de una antigua esclava de su familia,
cerca de la Casa Guipuzcoana y después pasó al Cardonal, a la casa de otro
esclavo manumiso, quien también lo escondió. Dicen que de noche, disfrazado de
carbonero, iba a ver a su esposa, en la calle de San Francisco. Habiendo salido
ésta embarazada, empezó a despertar sospechas a los vecinos. Denunciado por el
esclavo Rafael España, a quien torturaron para que lo hiciera, fue hecho
prisionero, cuando bajando a la casa vecina por una chimenea, tratando de huir,
la Sra. María Josefa Herrera, lo entregó a la comisión de soldados que lo
buscaba. A través de otro esclavo de su hacienda, intenta asimismo fomentar una
rebelión entre los negros de Naiguatá. José María España es capturado el 29 de
abril de 1799.
El tribunal especial que lo
juzga, compuesto por el capitán general Guevara Vasconcelos, el regente Antonio
López Quintana, los oidores José Bernardo Asteguieta, Francisco Ignacio
Cortínez y el escribano y secretario Rafael Diego Mérida, determina para él un
castigo que quiere ser advertencia para el resto de los pobladores de la
provincia de Venezuela. El 8 de mayo de 1799, en la Plaza Mayor de Caracas
(actual Plaza Bolívar), se cumple la sentencia.
Amarrado a la cola de un
caballo y literalmente arrastrado, llega desde la cárcel, lo hacen subir al
cadalso y sin más trámites es ahorcado. Luego, el verdugo procede a decapitarlo
y descuartizar el cuerpo; frita su cabeza en aceite, que fue puesta en una
jaula en la Puerta de Caracas, en La Guaira; cada parte será colocada en vigas
y exhibida en la entrada de Macuto, en Quinta Calzón, en Chacón,hoyo de la
Cumbre, lugares donde él se reunía con los conspiradores. Esto fue un hecho con
el fin de escarmentar a la población. Antes de morir dijo estas palabras:
No tardará el día en que mis
cenizas sean honradas
España fue juzgado y
condenado a muerte por intentar organizar una sublevación de esclavos negros de
su propia hacienda en Naiguatá.
En ese mismo sitio está la
estatua del Libertador Simón Bolívar, de modo que se cumplió su profecía de que
sus cenizas serían honradas.
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