Este
mes se cumplen 57 años del derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez
Jiménez. Seis protagonistas de estos hechos -Mercedes Rizo, Américo Martín,
Chela Vargas, Adícea Castillo, Ramón Losada y Douglas Bravo- comparten.
Mercedes
Rizo:
El
23 de enero fue una rebelión del pueblo y de los militares
T/D’yahana Morales
F/Miguel Romero
Se cumplen 57 años del
derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez Jimenez. La luchadora social y
activista política de izquierda Mercedes Rizo sostiene que fue posible gracias
la unión de las fuerzas cívicas y militares. “Fue una rebelión del pueblo y de los
militares. De no haber sido por ellos no se hubiese llegado a derrocar a Pérez
Jiménez”, sentenció.
Rizo recuerda que el 23 de
enero de 1958 trabajó todo el día, y regresó a su casa al mediodía.
“La gente salió a las calles
como nunca antes lo había hecho. Los conductores de los carros tocaban cornetas
en señal de victoria y reinaba un ambiente de triunfo y alegría. Fue la
sorpresa más grande para todos, porque a pesar de que lo esperábamos, nos sorprendió”,
sentenció.
A su juicio, ese día hubo
armas y conciencia en las calles, trabajando por un mismo objetivo. No hubo
distinción entre uniformados y civiles; sólo hubo pueblo, enfatizó. De no haber
ocurrido la unión cívico-militar, Pérez Jiménez no habría caído.
Pero la historia no se queda
sólo en el 23 de enero. Rizo asegura que hubo antecedentes, y también, acciones
posteriores. El 24 de enero, por ejemplo, las calles caraqueñas mostraron las
huellas de la rebelión: vidrieras partidas, personas amanecidas, sucio en las
aceras, locales cerrados y, sobre todo, personas caminando desde tempranas
horas.
“Al llegar a la oficina
donde yo trabajaba el ambiente estaba tranquilo. En horas de la tarde empezaron
de nuevo los disparos. Era una mezcla de sentimiento y acciones”, sentenció.
MOMENTO
DESAPROVECHADO
Sin embargo, la alegría duró
poco. Mercedes Rizo asegura que, después de la caída de Marcos Pérez Jiménez,
vino un periodo de represión más sangriento.
“Lamentablemente, me atrevo
a asegurar que el Partido Comunista de Venezuela (PCV) no tenía visión de
poder. Trabajaron fuertemente para derrocar a Pérez Jiménez, pero no
disfrutaron del prestigio surgido después de esa fecha”, sentenció.
Luego del pacto de élites,
el PCV se fue a la guerrilla. En opinión de Rizo, esto ocurrió por presión de
las masas, y no porque se pensara en la toma del poder.
“Ese era el momento preciso
para el ascenso de la izquierda, aunque algunas variantes no habían sido
evaluadas. Es difícil asegurar que los militares con conciencia social, que
formaban parte de las filas de la Fuerza Armada, hubiesen aceptado un gobierno
de izquierda”, aseveró.
GANANCIAS
Y PÉRDIDAS
Como militante política,
considera que se debe evaluar en detalle lo sucedido ese 23 de enero. Dijo que
se ganó mucho, pero también se perdió. Sobre la fecha, afirmó que sólo podría
celebrarse la caída del dictador. Por ejemplo, señala, los gobiernos
subsiguientes permitieron la creación de un montón de barrios en Caracas y en
el interior del país. La Cuarta República le hizo mucho daño al país, después
de todos los esfuerzos del pueblo por derrocar a un dictador, cuestiona.
“Con todo y el carácter
represivo del Gobierno de Pérez Jiménez, durante la democracia formal que le
sucedió la represión se intensificó. Se dieron las matanzas de Barcelona, con
fusilamientos masivos de los insurrectos de Carúpano, Puerto Cabello y
Cantaura. Fueron miles las desapariciones bajo el periodo de Raúl Leoni, así
como los ataques a grupos guerrilleros”, apuntó.
Rizo cree que es necesario
recuperar la historia de nuestro país, formar a la militancia y dar importancia
a la organización popular y de base. Pidió a la juventud actual estudiar los
acontecimientos de la vida nacional.
“Lo más importante que
debemos tener como enseñanza del 23 de enero de 1958 es la esperanza de entrega
de la juventud de la época; la fusión cívico-militar, que ahora está más
vigente que nunca y el poder del pueblo”, apuntó.
Américo
Martín:
El
23 de enero el pueblo descubrió su enorme fuerza
T/Nancy Mastronardi
F/Loel Henriquez
El factor determinante en el
desenlace del 23 de enero de 1958 fue que, “el pueblo, que bruscamente
descubrió su enorme fuerza”, expresó el abogado Américo Martín, uno de los
principales líderes estudiantiles de la juventud del partido Acción Democrática
para la época, y posteriormente fundador del Movimiento de Izquierda
Revolucionario (MIR).
GESTA
CÍVICO-MILITAR
La revelación del poder del
pueblo no fue un hecho casual; Martín advirtió que -hablando en términos
históricos- Marcos Pérez Jiménez fue derrocado por un movimiento insurreccional
cívico-militar: “Ese régimen había destruido el avance institucional y
democrático iniciado en Venezuela desde los primeros meses del año 36. El
pueblo y los militares se unieron para retomar el curso democrático”.
La resistencia y el
derrocamiento del régimen dictatorial no fueron un proceso aislado de las
confrontaciones ideológicas que hervían en el mundo: “El marxismo, la
democracia cristiana, salieron de sus cenáculos y se convirtieron en poderosas
corrientes político-ideológicas”, señaló el también exguerrillero. Por eso, a
la cabeza de la lucha estaba los partidos que articularon la resistencia, el
Partido Comunista de Venezuela (PCV), Acción Democrática (AD) y el
socialcristiano Copei, que actuaron junto a importantes fuerzas sociales como
las y los trabajadores, el estudiantado, los grupos intelectuales y sectores
empresariales.
Sin embargo, Martín aclaró
que sin el concurso de las Fuerzas Armadas, aquella lucha habría sido muy
cruenta, muy prolongada y con sacrificios desmesurados. “Pero debemos tener
presente que los militares democráticos –como es lógico y comprensible- se
unieron a una lucha ya desplegada, que contaba con su propia dirección política
civil: la Junta Patriótica, el Frente Universitario y otros”, refirió.
REPRESIÓN
Y LUCHA
Américo Martín señaló que la
llamada generación del 58, de la que forma parte, fue protagonista de primera
linea en la lucha contra la dictadura, que calificó como un cambio
extraordinario, en cuyo desenlace trabajó activamente, “afrontando riesgos y
soportando el feroz asedio represivo del régimen”.
“Para mí, no se trató de un
hecho externo, libresco, para mirarlo desde los tendidos, sino de una gran
operación en la que estuve muy involucrado. No fue casual que accedieran a la
dirección del país luchadores hasta ese momento desconocidos, porque así lo
imponía la lógica de la clandestinidad. Hacerse muy visible era extremadamente
peligroso”, agregó.
Sobre las prácticas
represivas del periodo perezjimenista, Martín indicó que la tortura se había
institucionalizado. La represión, sin embargo, “era relativamente selectiva, lo
cual no la hacía menos feroz”, expresó. Y relató que en los primeros años se
ejercía principalmente contra los jóvenes de Acción Democrática, pero
posteriormente se aplicó a la militancia de todas las organizaciones políticas.
LA
TORTURA
El régimen, además de la
ilegalización de partidos políticos, impuso también la censura de medios, la
destrucción de sindicatos, ligas campesinas, organizaciones estudiantiles y
gremiales.
“Ocupar posiciones de
responsabilidad en la resistencia era un pasaporte para ser sometido a tortura.
De ella puedo hablar con probidad porque en tanto que miembro de la generación
del 58 fui víctima de torturas, junto con mis compañeros de las juventudes de
AD y del PCV, que trabajaban en estrecha unidad”, rememoró Martín, a cuya
memoria regresaron “las peinillas y los golpes, el rin, la picana eléctrica.
“Capítulo especial fue el de
los campos de concentración de Guasina y Sacupana, aventura relatada con pasión
por José Vicente Abreu”, dijo en alusión a la novela Se llamaba SN.
Guasina es una isla ubicada
en Delta del Orinoco, donde funcionó un campo de concentración desde el año
1951. Américo Martín, estuvo preso allí, junto a militantes del AD y del PCV,
entre ellos el ya citado José Vicente Abreu.
UNA
FECHA NACIONAL
Américo Martín consideró que
el 23 de enero de 1958 es una fecha nacional y no de un sector político
específico. Por ende, consideró que debe ser recordada y celebrada por todas y
todos las venezolanas.
“Para empezar ni el actual
gobierno ni la actual oposición existían, aunque sí varios luchadores que hoy
se ubican en las dos aceras”, agregó.
Mercedes
“Chela” Vargas:
Una
juventud con conciencia antiimperialista derrocó a Marco Pérez Jiménez
T/ D’yahana Morales
F/ Miguel Romero
Mercedes “Chela” Vargas,
quien participó en la lucha contra Marcos Pérz Jiménez, aseguró que el 23 de
enero de 1958 se consumó el triunfo de una juventud rebelde, de una multitud de
adolescentes que tenían una visión diferente de la vida y estaban alimentados
por las ideas y teorías del socialismo.
La juventud venezolana de
los años 50 tenía una sensibilidad especial, que la llevó a vincularse a la
resistencia y a la lucha contra la dictadura, comentó quien se inició en la
política a los 12 años de edad y para la época militaba en el Partido Comunista
de Venezuela.
Además de las inquietudes
que los movían a enfrentar al régimen perzjimenistas, las muchachas y los
muchachos tenían una importante relación con la clase obrera y desarrollaron un
pensamiento antiimperialista. De esa manera, señaló Vargas, la militancia se
tradujo en “una formación integral. No sólo era hablar de política, sino de
arte, de cultura y canciones rebeldes”.
En definitiva, aquel
movimiento joven que estaba inspirado por gran utopía, logró trazar “una
política, una estrategia y, lo más importante, una organización
revolucionaria”.
LUCHA
CÍVICO-MILITAR
La revuelta popular que
derrocó a Marcos Pérez Jiménez todavía le despierta emociones a Chela Vargas,
que al hablar de su experiencia, destacó que era apenas una jovencita:
“Para esa fecha yo pesaba
apenas 40 kilogramos. Estaba delgada, producto de tanto correo y correr y de la
tensión a la que éramos sometidos a diario. Nos encargábamos de hacer bombas,
tan sólo con gasolina y mecha. Queríamos burlar a la dictadura”
“Burlar” la dictadura
significaba luchar por la libertad y la igualdad. Más que tumbar un gobierno,
se imponía “la necesidad de transformar a la sociedad: sin explotados ni
explotadores, y sin clases sociales”, aseveró Vargas.
La organización de la lucha
comenzó a tomar forma en las bases del PCV, y poco a poco el pueblo se integró.
Mediante “falsas” reuniones vecinales se compartían las informaciones y se
establecía la logística para llevar adelante las acciones contra la dictadura,
contó la curtida luchadora, quien explicó que desde la clandestinidad difundían
panfletos y pintaban mensajes en las paredes callejeras.
Las brigadas juveniles
visitaban periódicamente los barrios caraqueños y organizaban a la población.
“Mi lucha estaba vinculada a
diferentes ámbitos. Recuerdo que cuando se daba el ataque a la zona que ahora
conocemos como 23 de enero, a mí me tocó el trabajo de desaparecer un
multígrafo con el que imprimíamos los comunicados. Me tocó subirme a un carro
con un camarada y atravesar la balacera”, aseveró.
Al carácter insurrecto del
pueblo de Venezuela, se sumó un cuerpo de militares conscientes y con
sensibilidad social, señaló Chela Vargas. Estos uniformados estaban ganados
para la lucha, y gracias a esa unión se consiguió el objetivo planteado.
Aseguró que para quienes
vivieron esos episodios uno de los sentimientos que aflora al hablar de ese
evento es la emoción:
“Cierro los ojos y lo que
recuerdo es el sonido. Comenzó como un murmullo y poco a poco se hizo más
fuerte. Muchas y muchos gritaban consignas. ¡Que muera la dictadura!, era la
principal”.
LA
DEMOCRACIA ADECA
Chela Vargas aseguró que
cuando cayó Marcos Pérez Jiménez, el partido Acción Democrática (AD) inauguró
una “democracia” que no fue más que “populismo y manipulación de la conciencia
de las masas”. Con tristeza, recordó a la gran cantidad de camaradas caídos
ante y después del 23 de Enero.
Como el gobierno de AD era
una dictadura formal, el pueblo se alzó de nuevo, contó la luchadora.
“Había que construir una
nueva unidad con los partidos políticos que verdaderamente estaban conscientes
de la necesidad de avanzar en la búsqueda de una democracia soberana”.
REFLEXIONAR
Y NO CELEBRAR
Para Chela Vargas, el 23 de
enero no debe ser una fecha para celebrar, sino para conmemorar y reflexionar.
“Hay muchas cosas que aprender de ese episodio. Una de ellas es la formación
ideológica de quienes lucharon”. Y hay que reforzar la mística.
A su juicio, es necesario
dar la batalla a las fuerzas reaccionarias y entregarse de lleno a la lucha
revolucionaria, tal y como lo hizo la juventud del 58. Además aconseja avanzar
en materia cultural para recuperar los verdaderos valores del país. Dijo que
hay que ocuparse en el reforzamiento de la mística.
Adícea
Castillo:
La
caída de Pérez Jiménez debería ser celebrada por todos los venezolanos
T/ Nancy Mastronardi
F/ Héctor Rattia
“El 23 de enero de 1958 es
una fecha que debería ser celebrada por todos los venezolanos. Este día
representa la caída de una dictadura que por 10 años martirizó a este país, y
penalizó, persiguió y torturó a todos los que no la apoyaban”.
Así valora Adícea Castillo,
profesora de Economía de la Universidad Central de Venezuela, la jornada que
puso fin a la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez. Ella participó
activamente en esa lucha, pues para la época militaba en la Juventud de Acción
Democrática.
La profesora advirtió que,
aunque ese día coronó su objetivo un movimiento militar que se gestó en las
Fuerzas Armadas en contra de la dictadura Pérez Jiménez, el movimiento
estudiantil ejerció presión sobre las Fuerzas Armadas con una constante
movilización.
La presión se intensificó a
finales del año 1957, cuando se fueron a la huelga para protestar contra el
Gobierno. En ese contexto -agregó- los líderes políticos del Partido Comunista,
Acción Democrática y el Partido Social Cristiano de Venezuela-Copei) lograron
infiltrar el sector castrense para medir el apoyo que podrían obtener de sus
mandos.
“Para mí tuvo verdaderamente
una importancia vital, porque yo estaba incorporada desde segundo año de
bachillerato, en el año 1952, a la lucha política, y por lo tanto vimos el
resultado de esa lucha, el 23 de enero, como un éxito”, expresó.
Para Castillo -quien
posteriormente también formó parte del Movimiento de Izquierda Revolucionario
(MIR)- las juventudes fueron las que más impulsaron esta lucha y dieron fuerza
a la unidad de todos los partidos que tenían peso en ese entonces (Partido
Comunista de Venezuela-PCV, Acción Democrática y el Partido Social Cristiano de
Venezuela-Copei).
MOVIMIENTO
ESTUDIANTIL
En el año 1957 nació el
Frente Estudiantil Universitario, refirió la economista, el cual aglutinó a
todo el movimiento de estudiantes que estaba en contra de la dictadura del
general Marcos Pérez Jiménez. Además, destacó, este movimiento fue muy importante
porque “unió a la juventud de Acción Democrática, a la juventud del PCV
(Juventud Comunista, JC) y a la juventud copeyana (Copei)”, refirió Castillo.
Los principales liceos de
Caracas, como el Andrés Bello, el Fermín Toro y el Aplicación, se sumaron al
frente universitario, comentó la profesora Castillo. Esa hermandad, sin
embargo, generó dudas en el seno del PCV, cuya dirigencia no estaba segura de
la conveniencia de confiar a las y los jóvenes el impulso de un movimiento
contra la dictadura.
ENTRE
LA LUCHA Y LA PERSECUCIÓN
Una de las cosas que marcó a
Adícea Castillo del régimen perezjimenista fue la persecución política. “Esa
era la respuesta constante a los estudiantes universitarios y de los liceos”.
Comentó que el Gobierno se ensañó, en sus primeros años, contra la juventud de
Acción Democrática, pero posteriormente esta práctica se recrudeció contra los
jóvenes comunistas y los de Copei. “Ahí se llegó a la dictadura como tal, antes
era sólo la dictadura contra los adecos”, recordó.
Su principal temor era
observar a los carros de la Seguridad Nacional (SN) entrando a la Universidad
Central de Venezuela (1956) para buscar a estudiantes y profesores que no
compartían las ideas de la dictadura. “Vimos sacar, incluso, en los liceos, a los
dirigentes políticos, los sacaba la policía y se los llevaban presos. Yo tenía
profesores comunistas en Economía (en la UCV) a quienes los sacaron de los
salones de clase”, expresó.
La SN se colaba en las aulas
y acechaba a las y los docentes. Los agentes se sentaban como un estudiante
más, “y si el profesor decía cualquier cosa contra la dictadura, lo encanaban.
Yo vengo desde muy joven en eso y lo viví en carne propia, yo me tuve que venir
de Maracay porque un profesor perezjimenista me tenía el ojo puesto”
Los dirigentes del Frente
Estudiantil Universitario tampoco se salvaron de la Seguridad Nacional.
Inicialmente, fueron apresados entre ellos Américo Martín. Luego esas dos
personas fueron sustituidas por Héctor Pérez Marcano y José Vicente Abreu.
Pero desde ese miedo, las y
los jóvenes estudiantes comenzaron a reaccionar contra las persecuciones.
Aclaró, no obstante, que el número de líderes estudiantiles comprometidos no
sobrepasaba los 300 y precisó que la juventud de Copei representaba una
minoría.
EN
LOS LAURELES
Para Adícea Castillo, la
democracia en Venezuela “es frágil, hay que darle mucho peso al sector
democrático”. “Uno no se puede quedar dormido en los laureles con la
democracia, la democracia uno tiene que estar luchándola”, sentenció.
Cuando habla del “sector
democrático”, la académica se refiere a la totalidad de la ciudadanía, por los
sindicatos, instituciones, partidos políticos y movimientos sociales del país.
Insistió en que la
democracia es vital para corregir las cosas que no andan bien y que todos los
sectores del país deben mantener el ejercicio de las ideas desde el ámbito
democrático. “Nunca hay que descuidar el proceso democrático, eso, para mí, es
vital”. Incluso, dijo que apoya el socialismo democrático, como un sistema
donde prevalece el debate de las ideas y las opiniones de toda la sociedad en
general.
Criticó que luego del año
1958, quienes lucharon contra la dictadura tomaron posiciones similares y
continuaban con prácticas represivas como la persecución. “Pero nunca fue igual
el terror (en comparación con la dictadura perezjimenista). El terror que yo
sentía cuando veía las camionetas verdes de la Seguridad Nacional era otra
cosa”.
Igualmente, sentenció que el
ejercicio ciudadano aún es débil. “Uno debe enseñarle a la gente lo que es el
ejercicio democrático, donde no haya reyezuelos, que siempre hay en todos los
partidos”, agregó.
NO
FUE UN PACTO ENTRE ÉLITES
Adícea Castillo aseveró que
la caída de Pérez Jiménez no se gestó a través de un pacto de élites. “Todas
las direcciones políticas comenzaron a fraguar ese movimiento unitario, que
logra la derrota y que incluso es previo a los movimientos militares contra
Pérez Jiménez”.
Ramón
Losada Aldana:
Lo
que aúpa la oposición es el espíritu del puntofijismo
T/ Mercedes Aguilar
F/ Héctor Rattia
“El espíritu del 23 de
enero, significa, básicamente la unidad, el ánimo de Frente, que comprende a
las fuerzas revolucionarias y eso es imposible que la oposición quiera
reivindicarlo hoy”.
Esta afirmación de Ramón
Losada Aldana, quien actuó como activista político contra la dictadura de Pérez
Jiménez y en su derrocamiento en 1958, le da pie para sostener que “lo que
resulta evidente es que la oposición busca reeditar, con las adaptaciones
pertinentes, la negación del 23 de enero, es decir, toda la carga antipopular y
de subordinación nacional del Pacto de Punto Fijo”
Fiel a su trayectoria de
lucha, llamó a hacerle contrapeso a las fuerzas que denuncia: “Así como la
oposición aúpa el espíritu reaccionario de Punto Fijo, promovamos nosotros el
espíritu unitario de la Junta Patriótica y propugnemos, en la realidad
contemporánea del país, la organización y actividad efectivas del Polo
Patriótico”.
DEMOCRACIA
ABORTADA
La discusión sobre si el 23
de Enero de 1958 se inauguró realmente una era de democracia, Losada Aldana la
aborda desde la constatación de que el proceso que siguió a la caída de la
dictadura estuvo marcado por dos momentos contradictorios:
“Creo que es radicalmente
necesario diferenciar el 23 de enero de 1958 y el 31 de octubre del mismo año,
fecha en la que se firmó en el Pacto de Punto Fijo. Lo que define la primera
fecha es la insurgencia de un movimiento popular masivo, unitario, dirigido por
la Junta Patriótica para derrotar a una dictadura, mientras que el segundo
inauguró, no una democracia, sino un período caracterizado por la carga
antipopular y de subordinación de la soberanía nacional de los sectores
puntofijistas”.
NUEVA
YORK-PUNTO FIJO
De vuelta sobre el sentido
del “espíritu del 23 de Enero” -que la oposición dice querer reeditar- surge la
pregunta de si en ese momento privaba una visión de país compartida por todos
los factores, o si fue solo una alianza circunstancial para derrocar la
dictadura. El profesor Losada Aldana retoma la tesis de las fuerzas
contrapuestas para dar una respuesta:
“A nuestra manera de ver, el
espíritu del 23 de enero expresó un extraordinario movimiento popular dirigido
a derrocar la dictadura y que logró su objetivo victoriosamente”.
Pero al mismo tiempo, otro
movimiento se opuso a las fuerzas populares. Por contraste al combate librado
en las calles de Caracas, “las clases dominantes sellaron un acuerdo gestado en
Nueva York y capitaneado por el imperialismo”, acotó.
“Esas clases dominantes, de
signo claramente oligárquico firmaron luego ese pacto en Caracas el 31 de
octubre de 1958”, reiteró, y ahondó en las circunstancias en que se fraguó esa
jugada. Al respecto comentó que la alianza de organizaciones constituidas en un
frente político para poner fin al periodo perezjimenista, se sostuvo en el
trabajo de resistencia clandestina de Acción Democrática y el Partido Comunista
de Venezuela. Luego se incorporaron posterior de Unión Republicana Democrática
y Copei.
Las acciones de ese gran frente
dieron lugar a una situación crítica para el régimen, que desembocó en un
estado de efervescencia popular, como lo rememora quien fuera uno de los
protagonistas de ese momento:
“Los partidos políticos
acrecientan sus fuerzas, se multiplican las luchas estudiantiles, se
incrementan poderosamente los combates obreros, hay conspiraciones militares y,
en general, movilización multitudinaria contra la dictadura y por su derrota.
Todo ello bajo la dirección de un frente unitario, la Junta Patriótica”.
ESTALLAN
LAS CONTRADICCIONES
La lucha popular no cesó con
la caída de Pérez Jiménez, advirtió Losada Aldana, sino que cobró auge. Sin
embargo, “luego de circunstancias de flujos y reflujos, ocurren hechos social y
políticamente contradictorios”. Como ejemplo de ello, señaló que a pesar de que
el movimiento del 23 de enero tenía “un origen revolucionario y popular, se
produjo la inclusión en la Junta de Gobierno de los coroneles Casanova y Romero
Villate, reconocidos miembros del perezjimenismo”.
La reacción del pueblo no se
hizo esperar, y los dos oficiales, “debido a las protestas en las calles,
fueron rápidamente relevados. Pero en su lugar fueron incorporados los
empresarios Eugenio Mendoza y Blas Lamberti, representantes de los intereses de
la oligarquía económica”.
Los meses que siguieron a la
caída de Pérez Jiménez estuvieron marcados, entre otros problemas, por “el
creciente desempleo desempleo, que trajo consigo movilizaciones
multitudinarias”, relató el académico, quien destacó que se produjo también “un
incremento migratorio desde el interior del país”.
El clima de agitación que
reinaba en las calles “encontró el rechazo de los representantes de la
oligarquía, acomodados en posiciones de poder en las estructuras del gobierno
provisional, que eran la Junta de Gobierno y un Gabinete Ejecutivo que esta
designó”.
Otro hecho contradictorio y
conflictivo, “lo constituyó la visita de Richard Nixon (vicepresidente de
Estados Unidos) en el mes de mayo, pues fue un evidente acto de carácter
injerencista, fuertemente rechazado en las calles de Caracas”.
Así quedó en evidencia que
“el frente político creado para poner fin al periodo perezjimenista se
sustentaba una perspectiva popular, divergente a los intereses de las élites”.
Esa realidad terminó de
servir la mesa para el Pacto de Punto Fijo, “alianza conformada meses después,
y concretada el 31 de octubre de 1958, entre AD, COPEI y URD, con la exclusión
del PCV, bastión fundamental en la caída de la dictadura, y de todo factor de
izquierda”.
LOS
OBJETIVOS DE LAS ÉLITES
Losada Aldana asegura que
“la conducta política de los líderes oposicionistas y el programa que acaban de
publicar no deja dudas sobre los propósitos de las élites políticas y
financieras que representan”: reeditar el pacto de Punto Fijo, que en su momento
surgió para frenar “frente político con una perspectiva popular divergente de
los intereses de las élites”.
Douglas
Bravo:
La
represión avanzó durante democracia puntofijista
T/Nancy Mastronardi
F/Héctor Rattia
Luego de la caída del
general Marcos Pérez Jiménez, el 23 de enero de 1958, los gobiernos que
siguieron a la dictadura continuaron impulsando prácticas represivas,
especialmente contra líderes políticos del Partido Comunista de Venezuela
(PCV), acusó Douglas Bravo, exguerrillero venezolano, que para la época de esa
organización de izquierda.
El Gobierno de Rómulo
Betancourt (1959-1964), de Acción Democrática (AD), perseguía a sus oponentes,
especialmente a los militantes del PCV, recordó Bravo. Pero la represión,
advirtió, fue aún más severa durante el mandato de Raúl Leoni, también de AD.
TERROR
Y DESAPARECIDOS
Bajo el régimen de AD
surgieron los Teatros de Operaciones antiguerrilleros (TO). Uno de ellos
funcionó en la Escuela de Operaciones Especiales del Ejército en Cocollar,
estado Sucre, donde centenares de ciudadanos eran apresados, torturados y luego
desaparecidos. Bravo comentó que durante gestión de Leoni se cuentan más de 2
mil personas desaparecidas.
Entre las personas
torturadas y asesinadas por los gobiernos que siguieron a Pérez Jiménez
mencionó al periodista venezolano Fabricio Ojeda (ex presidente de la Junta
Patriótica (JP) que dirigió la lucha política), Alberto Lovera, dirigente del
PCV y a Jorge Rodríguez (militante de la Liga Socialista). La democracia era
una farsa, aseveró Bravo, quien representaba al PCV ante la JP.
La democracia puntofijista
creó también la Dirección General de Policía (Digepol), la cual, apuntó Douglas
Bravo, recibía asesoría de Estados Unidos y del terrorista Luis Posada
Carriles, sobre quien pesa, entre varios delitos, el asesinato de 73 cubanos
que viajaban en un avión de Cubana de Aviación, hecho ocurrido el 6 de octubre
de 1976 en Barbados.
CON
EMPRESARIOS Y SIN COMUNISTAS
Antes de la caída de Pérez
Jiménez, durante la huelga general del 21 de enero, se fraguó el Pacto de Nueva
York, sellado por Rafael Caldera (Copei) Jóvito Villalba (URD), Rómulo
Betancourt (AD) y el empresario Eugenio Mendoza. “Lo crearon porque tenían miedo
que la Junta Patriótica de Gobierno manejara todo, así que se adelantaron y
trataron de crear un poder que pudiera desviar a Pérez Jiménez”, recordó quien
entonces fuera dirigente del Comité Obrero del PCV.
Dentro de este pacto quedó
excluido el Partido Comunista de Venezuela. “Ese pacto quiso excluir al PCV,
hacer la paz social, eliminar contratos colectivos, etc, etc. Después del 23 de
enero la democracia que se instauró fue chucuta, coartado, porque se puso en
práctica no la Junta Patriótica sino el Pacto de Punto Fijo, que incluía
solamente a los que conspiraron en Nueva York y a la burguesía”, sentenció
Bravo.
Pero la burguesía no era
antiperezjimenista, sino que cortó sus lazos con el régimen para proteger sus
intereses. Sobre ese punto, Bravo remite a su libro La otra crisis. Allí
asegura que un “foco de perturbación a la estabilidad de la dictadura” fue la
burguesía venezolana, que rompió su alianza con Pérez Jiménez “porque durante
el régimen se desarrolla con gran fuerza el Capitalismo de Estado (…) Al lado
de las obras suntuosas que le permiten a la burguesía sus jugosas ganancias, el
dictador impulsa empresas de interés nacional como la Electrificación del
Caroní, la Represa de Guárico, la Petroquímica y la Siderúrgica”.
LA
JUNTA PATRIÓTICA CLANDESTINA
Bravo recordó que la Junta
Patriótica, creada en junio del año 1957, fue la que impulsó el fin del
gobierno perezjimenista. Esta organización clandestina la encabezada el
periodista Fabricio Ojeda, del partido Unión Republicana Democrática (URD), junto
con Guillermo García Ponce del PCV, y como dirigentes de AD y de Copei.
Bajo la conducción de la
Junta el 21 de enero de 1958 se inició una huelga general. “Eso es lo que en
realidad derrota al general (Pérez Jiménez), porque la huelga se extendió y la
asumió todo el pueblo. Y participaron militares, el clero, civiles,
estudiantes”, precisó. Y señaló que la primera manifestación pública fue la de
monseñor Arias Blanco, que leyó un mensaje pastoral en mayo del año 1957 que
por su contenido fue percibida como una declaración contra de la dictadura.
Otro proceso relevante fue
la huelga estudiantil del 21 de noviembre del año 1957, que, en palabras del
exguerrillero, hizo tambalear al perezjimenismo, al punto de que apresaron a la
mayoría de los estudiantes.
En relación con la
participación de la Fuerza Armada, Bravo mencionó que en su seno se generaron
diversos grupos de conspiración como los de los oficiales Trejo, Moncada Vidal,
Castro León y Martín Parada.
REPERCUSIONES
DEL 23
“Ese 23 de enero tiene repercusiones
hasta ahorita, porque la alianza cívico militar, a pesar de haber tenido
fracasos, siguió durante todo el período de Punto Fijo y sigue. Ahí está el
levantamiento del 4 de febrero de (Hugo) Chávez”, comentó.
Indicó también que la
izquierda no aprovechó la caída del gobierno perezjimenista y no supo cómo
manejarse dentro de la Junta Patriótica clandestina.
DEMOCRACIA
CÍNICA Y CORRUPTA
En su libro La otra crisis,
Douglas Bravo sostiene que la democracia puntofijista “alababa sin pausa las
virtudes de su democracia”, pero, al mismo tiempo, la corrupción se exhibía
“cínica y desvergonzadamente”. Y lanza una acusación:
“No
es exagerado decir que el único peculador enjuiciado y condenado en 25 años fue
precisamente el representante de la dictadura derrotada: Marcos Pérez Jiménez”.
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